Mentras recuerdo
la dulzura de tus manos
yo que nací en otro lado,
me pongo a pensar.
En lo grato de tu cuerpo
de tu olor inconfundible
a naranjas o a pasto.
Que rociaba con su sangre
la plenitud de la mía.
Veía que todo calzaba
tus proporciones y las mías
se acomodaron.
Como el pájaro en su nido,
llenando el vacío de la nada.
Lo concavo y lo convexo
¿Como sabía tu cuerpo que encontraría el mío,
y sería tan exacta la proporcionalidad aúrea?
¿Como se acomodó tu boca y la mía en una caricia,
obscura plagada de deseo,
sedienta pero no de agua?
Lo pienso si es que puedo
y no puedo recordar el hueco de tu abrazo,
hace tanto de eso.
Como si hubiese sido en otra vida
mientras aún te siento tan cercano.
Hoy en la inmensidad del silencio
sé que me hablas,
y no olvido el sonido de tu voz,
o tu acento en las palabras del castellano.
Tu estatura toda dentro de mi,
porque cuando te pienso estás dentro de mí,
entonces se rompen las leyes de la física , la química
y la dialéctica.
Puedo contenerte en una sola neurona, si quiero
o mirar mi mano y tenerte en ella.
La contradicción es tan grande
que aunque camine mucho
y espere varias horas,
no puedo hallarte cerca de mis manos.
Ya la ausencia es grande,
entonces vuelvo a pensarte y estás aqui en mi,
mientras te siga amando.
Nina salinas.
