Lugar para derramar palabras tibias y suaves o violentas y coloridas, que describan lo que sentimos las mujeres en especial nuestro erotismo.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Grito de mujer(11)
Muchos han de preguntarse
quienes son?
son acaso su familia?
o tal vez alguién a quien conoció?
llorando de rabia, o muriendo de risa
les diré que tal vez no,
ellas son soles envueltos en bruma,
ellas llevaban dentro la vida,
eran jóvenes, eran mujeres,
eran esposas, compañeras, madres,
hijas, tejedoras, periodistas, amas de casa,
médicos, maestras, obreras,
de sonrisa fácil y mirada ausente,
todas ellas eran mis hermanas,
mis madres,mis hijas,
en cada casa eran grito de rebeldia,
debordado por las ventanas,
derramando banderas,
hasta que vino la noche negra y triste,
bordándolo todo de amargura y dolor,
ellas son las mujeres detenidas y desaparecidas
embarazadas,
nada mas que decir,
volando el tecleado en mis manos,
lleva la ausencia transformada en fuerza,
para gritar:" el genocidio no prescribe,
sépanlo, udientos, aliancistas y otros animales.
Venceremos!
nina salinas.
Despedida.
El poeta.
Entonces vino el poeta,
y se extasió de carne fresca,
era la suma de su afilada labia,
buscaba entre los escombros,
los pedacitos de vidrio, que reflejaban la luz en sus ojos,
harto de comer solo aderezos de trufa,
partió hacia la esfera digital, buscando,
tierna hierba silvestre, desplegó las mismas argucias,
mas de antemano se abrió de piernas el espliego,
furioso el castaño, se vistió de sombras,
y le hizo saltar el maxilar lejos,
contrahecho busco entre las ramas,
mas vino la noche y el sol se fue a dormir de repente,
sangraba arrepentido, en décimas
saltando sílabas inconclusas
se sabia dueño del mas perfecto diseño de anzuelo: su verso,
ay pobres féminas y castizos hombretones,
era el fuego que quemaba del poema.
Nina Salinas
Entonces vino el poeta,
y se extasió de carne fresca,
era la suma de su afilada labia,
buscaba entre los escombros,
los pedacitos de vidrio, que reflejaban la luz en sus ojos,
harto de comer solo aderezos de trufa,
partió hacia la esfera digital, buscando,
tierna hierba silvestre, desplegó las mismas argucias,
mas de antemano se abrió de piernas el espliego,
furioso el castaño, se vistió de sombras,
y le hizo saltar el maxilar lejos,
contrahecho busco entre las ramas,
mas vino la noche y el sol se fue a dormir de repente,
sangraba arrepentido, en décimas
saltando sílabas inconclusas
se sabia dueño del mas perfecto diseño de anzuelo: su verso,
ay pobres féminas y castizos hombretones,
era el fuego que quemaba del poema.
Nina Salinas
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