Dos lunas en silencio,
dos cuerpos esperando,
insaciable como siempre,
mordiendo con su deseo intacto,
estúpida yo creyendo su por favor,
nada, yo pedia por favor despues de
cuatro temblores y sus sutnamis,
lamiendo todo lo que hubiera a su paso
su falo caliente, sus extremas fragancias
de su abrazo, a almizcle, canela, naranjas,
el sudor era uno sólo no se sabe cuanto,
y quien bebió el agua,
sólo se que me esperaba dormir muy tarde,
muy rota de piernas y caderas desmadejadas,
cuanto añoré aquella carne salada,
agreste, prieta y achocolatada,
entre brumas y sombras se hizo el alba,
ahora lejos de aquella isla despierto fria
y sola, sabiendo que sólo fué una vez,
y para siempre nada.
Nina Salinas.
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