martes, 17 de enero de 2012

Carne viva.

Silenciosa melodia sangrante
el arrullo de sus pestañas
movidas por resortes exóticos.

Aromas azules negros
cimbreaba la cintura
encima del caracol
arqueaba su arco y hendía
su flecha caliente.

Dos montañas movían su centro
derretido el hielo
hablaban de deseo terso
y enhiesto.

lamer su sombre de paraíso
de palmeras encalladas
calentadas por el sol que fulgía
inclemente
hacia brotar el magma de lo profundo
de la tierra.

Cerrar el caparazón y dormir alerta
mientras se cernía el tiempo
de espera hasta atravesar tres veces
el pavimento.


nina salinas.

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